Los padres. A ellos se lo debemos todo: la vida, la educación que nos dan, los valores, y es lógico que para un padre su hijo o hija sea el mejor o la mejor en todos los aspectos de la vida, tanto personales como académicos y deportivos. En la vida personal es lógico que los padres conozcan mejor que nadie cómo son sus hijos pero, ¿y a nivel deportivo ?
Así he querido empezar este artículo “Los padres en la Grada”. Presenciar un partido de balonmano yobservar a los padres puede ser un ejercicio de lo más interesante por los comentarios que se suelen escuchar sobre árbitros, jugadores y no digamos sobre el entrenador del club. Evidentemente un padre no está capacitado para valorar el trabajo que está realizando el entrenador en la formación de su hijo; tampoco está capacitado para valorar si su hijo ha jugado bien o ha jugado mal un partido -solo el entrenador sabe cuál era el objetivo para este partido-, y menos todavía valorar la actuación arbitral. La pregunta clave al finalizar un partido de unos padres a su hijo debe ser muy clara: “¿lo has pasado bien?”
La crisis marcó un antes y un después en la relación entre padres y entrenadores. Antes de la crisis, jugar a balonmano era gratis en la mayoría de los equipos. Además, se daba el caso de entrenadores que pasaban las etapas de formación y no conocían a los padres de sus jugadores. Sin embargo, al llegar la crisis esto cambió: los clubes tuvieron que pagar para inscribir a sus equipos de base a las federaciones autonómicas y entonces llegaron las cuotas para poder jugar a balonmano. Evidentemente, esto hizo que los padres tuviesen que empezar a preocuparse de dónde jugaba y sobre todo, cuánto jugaba su hijo porque como es normal, si un padre paga, quiere que su hijo juegue y cuanto más mejor.
Cuando vas a ver un partido de balonmano base y te fijas en la grada es muy fácil identificar las características de los padres. El padre que está solo suele ser aquel que lleva y trae a su hijo al partido, no se mete con nadie y le da igual todo. Cuando acaba el partido, el chico se ducha y se van a casa con un simple “qué, ¿bien?”, y el hijo contesta “sí, bien”. Está claro que a su padre no le interesa el balonmano, solo quiere que su hijo se lo pase bien y esté dentro de un círculo sano de amigos.
Luego está el grupo grande, donde suelen estar las madres y los padres juntos. De aquí suelen salir los comentarios sobre el entrenador como: “míralo, no lo saca”, “siempre juegan los mismos”…; y por supuesto, sobre el árbitro: “no pita nada”, “sois muy malos”… Por supuesto, son padres que animan sin parar al equipo y no suelen, ni jamás deberían hacerlo, meterse con el equipo contrario.
Y luego está el clásico padre que ha jugado a balonmano, aunque de momento en nuestro deporte no está muy generalizado, y que está solo en la grada porque se la recorre de una punta a otra y se dedica a darle consejos a su hijo como “lanza más de lejos”, “defiende más”… Además, estos padres se presentan al entrenador y les gusta conversar con ellos e incluso se atreven a darle consejos.
El comportamiento de los padres debe ser ejemplar. Por tanto, deben animar siempre a su equipo pero nunca valorar el trabajo del entrenador ni de los árbitros, simplemente, porque los padres no suelen entender qué es lo que el entrenador está trabajando y qué es lo que le ha dicho a su hijo. Como entrenador que soy, recuerdo un partido donde una de mis jugadoras se puso enferma minutos antes de comenzar el partido y no pudo jugar la primera parte. Pues había que ver a los padres como se pusieron conmigo: “sácala, ¿¡qué te ha hecho!?”. Todo estuvo así hasta que llegó el descanso y la niña explicó a los padres lo que le había pasado. Ahí fue cuando los ánimos por fin se calmaron.
Los padres deben apoyar a sus hijos siempre y dar ejemplo, y aquellos que se dedican a manejar los movimientos de sus hijos desde la grada, quizá deberían plantearse ser entrenadores y sentarse en el banquillo. Pero también hay padres que se involucran y les gusta participar en las decisiones y en las actividades que toma el equipo. Los clubes necesitan el apoyo de los padres para poder funcionar, pero es muy importante que estos tengan muy claro cuál es su rol en dicha directiva.